El pasado miércoles 17 analizamos la lectura de La casa de Bernarda Alba, de F. García Lorca.
Entre las muchas cosas mencionadas, destacamos:
* La complejidad de añadir el componente poético al texto teatral. Por un lado afecta, en ocasiones negativamente ya que lo dificulta, nuestra lectura. Por otro, nos engolosina y, a menudo, nos distrae de los objetivos de los personajes en cada escena.
* La infinidad de símbolos que pueblan el universo lorquiano: los colores, el agua, los caballos, la noche, el blanco, el tiempo... Y de qué modos tan distintos se hacen presentes según hablemos del Lorca de "las obras de la tierra" (Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba) o del vanguardista que aparece en Así que pasen cinco años o El público.
* La omnipresente violencia que late en sus universos femeninos.
* Hay mucha tarea pendiente de lectura para los que no leyeron aún el resto de sus obras.
Recomendamos también asomarse a su obra poética, indispensable para profundizar en su imaginario.
* Cierta atemporalidad que permite que los universos recreados en cada obra se sigan abordando en profundidad con un entendimiento renovado.
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