11 abr 2013

T. Williams

Williams es un autor popular, no solo a causa de su éxito como artista comercial, sino también por sus teorías acerca del teatro. Realmente, la controversia que ha motivado siempre su obra puede remontarse en gran parte a su afán de recuperar la función natural del teatro como espejo de la imaginación popular. Aunque comparte muchas de las preocupaciones de un nutrido grupo de dramaturgos contemporáneos, su teatro no está encuadrado dentro de la tradición literaria establecida por autores como Luigi Pirandello, Bertolt Brecht, Jean Giradoux, Jean Paul Sartre, T. S. Eliot o Thorton Wilder. Por el contrario, Williamss intenta reconquistar para el teatro su identidad primaria como forma preliteraria. Quiere pasar de un teatro que tiene una naturaleza excesivamente oral, a una fórmula dramática que pretende explorar, no solamente los niveles racionales de la experiencia humana, sino también los irracionales y los suprarracionales. Williams se propone reflejar la realidad ambigua de su percepción en un lenguaje que sea susceptible de ser comprendido por el público en general. Ha emprendido la proyección de aquellos acontecimientos, ideas, actitudes y sentimientos colectivos que caracterizan la vida de mediados del sigo XX en el medio físico, emocional, moral y simbólico del hombre común. Escribe a propósito de esta motivación en el prefacio de El zoo de cristal: "Estas observaciones no tienen la intención de servir solamente de prefacio a esta obra en particular. Expresan la concepción de un teatro plástico nuevo, que debe sustituir al teatro exhausto de convenciones realistas, si queremos que el arte escénico vuelva a adquirir el lugar preponderante que tenía dentro de nuestra cultura".

Para Williams la vitalidad significa el retorno del teatro al entretenimiento alegre y desprejuiciado, a la simulación de la emoción y del terror y a la exploración ritual del ciclo de la vida del hombre moderno. Con el propósito de revitalizar el teatro propone - como lo hicieron otros autores populares en el pasado - la modernización del drama convencional mediante la introducción de formas idiomáticas extraídas de las artes populares. El zoo de cristal, Un tranvía llamado deseo y La gata sobre el tejado de zinc caliente deben mucho de su atracción popular a los elementos familiares adaptados del cine, la radio y la televisión, a la música jazz norteamericana y a las canciones populares, los circos, los mitines políticos y las prédicas religiosas, así como al lenguaje común de las calles de los Estados Unidos. (...)

El enfoque antritradicional de Williams respecto del teatro no es accidental. Por el contrario, obedece a un esfuerzo consciente por reflejar nuevas percepciones de la realidad. La aparente falta de consideración del autor por los imperativos aristotélicos -unidad de la trama, nobleza del personaje, refinamiento del lenguaje, dominio de la violencia y subordinación del espectáculo - no es más que el reflejo de su deseo de crear una forma que sea verdadera respecto de las realidades de nuestro tiempo.

(...) En su mayoría las obras de Williams se han beneficiado con su punto de vista popular sobre el teatro como una forma de comprensión más bien afectiva que racional. Este punto de vista le ha permitido interpretar el conflicto humano en un idioma universal; a saber, en un rico lenguaje simbólico que une la palabra al gesto, al ademán, al movimiento, la música, el sonido, la intención y la sugerencia poética.

El teatro norteamericano contemporáneo. Comp. Alan S. Downer. ed. Bibliográfica Omeba, Buenos Aires, 1969.

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